Toda profesión, por glamurosa que sea, esconde en los rin-cones de su trastienda algún aspecto que ocultar, algo de lo que arrepentirse. Pero también sucede al contrario. Incluso los empleos peor vistos, aquellos que ninguna madre querría para su hijo, guardan un lado excitante y divertido, provo-cador y morboso que los hace atrayentes. Eso mismo sucede en los cuentos de Paola Tinoco, donde –escarbando en las zonas más oscuras– los escritores y los camellos se mezclan con los encargados de limpiar la muerte de los coches, de fotografiar a parejas en la cama o de soñar los sueños de otros. Catorce cuentos donde la ambigüedad moral no está reñida ni con el humor ni con la ternura. Aunque no siempre.