Sí, otra forma de imaginar, de pensar y de hacer política es posible. Existen otras perspectivas que la resignación y la sumisión al modelo actual.
Para Utopía no se trata tan sólo de hacer correcciones al margen del sistema capitalista que acentúa las desigualdades y destruye el planeta. El desafío es el de construir un proyecto político que permita a cada uno desarrollarse individual y colectivamente.
La originalidad de Utopía consiste en elaborar análisis y proposiciones en el seno del mundo asociativo, pero también en los movimientos y partidos de izquierda, desde los objetores de crecimiento hasta el Partido Socialista, pasando por los Verdes, los altermundialistas, los antineoliberales y los alternativos.
Pero para construir previamente hay que deconstruir, y para eso, cuestionar tres alienaciones, el dogma del crecimiento como solución mágica a todos los males, el consumo como único criterio de realización individual y el trabajo erigido en valor absoluto. Nuestra utopía considera que la reflexión aliada a la imaginación es capaz de crear un proyecto político fuerte que seduzca a la mayoría.
Ése es nuestro imperativo y nuestra urgencia.
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El término economía solidaria designa la subordinación de la economía a su finalidad: proveer, de manera sostenible, las bases materiales para el desarrollo personal, social y ambiental del ser humano. El valor central de la economía solidaria es el trabajo humano. La referencia de la economía solidaria es cada sujeto y, a la vez, toda la sociedad concebida también como sujeto. Por tanto, la eficiencia económica no se delimita por los beneficios materiales de una iniciativa, sino que se define en función de la cualidad de vida y de la felicidad de sus miembros y, al mismo tiempo, de toda la sociedad como sistema global. La economía solidaria, como una nueva forma de producir, de consumir y de distribuir, se propone como alternativa viable y sostenible para la satisfacción de las necesidades individuales y colectivas.